sábado, 1 de enero de 2011

Omar el orgullso

Omar el orgulloso


Con su mano trató de asir uno de los últimos rayos que el sol tenía para ofrecerle. Como siempre, su intento fue inútil y éstos se le esfumaron entre sus pálidos dedos, nuevamente vencido, decidió recostarse contra la mugrienta y húmeda pared.
Tenía hambre, sed y ganas de fumar, pero no podía quejarse, tenía todo lo que siempre había deseado. Si bien solo faltaban dos días, la muerte comenzaba a impacientarse, aunque esto a Omar no le preocupaba demasiado, porque sería recordado y al menos una persona lo extrañaría.
Por la pequeña ventana de la puerta de la prisión, una grave y potente voz le anunciaba que tenía una visita. También le dijo que la aprovechara, que sería su última.
--- Última y primera, dijo Omar para adentro.
En mas de un año de reclusión no había recibido tan solo a una persona, pero como siempre en su vida nada lo sorprendía. Se incorporó lentamente, como pudo se acomodó el sucio pelo y dijo al guardia:
--- Estoy listo, que pase, ¿ es una mujer no?
--- Si, fue la seca respuesta del guardia.
Al abrirse la puerta, una mujer de una altura y presencia imponente dio unos pasos hacia el interior de la habitación y se paró ante él. El sol que unos segundos antes parecía tener perdida la batalla con el anochecer resurgió e iluminó a la mujer con una fuerza casi segadora.
La visitante ya no era joven pero mantenía esa hermosura enigmática típica de las mujeres maduras. Llevaba el pelo negro suelto, nada de maquillaje y tenía puesto una larga túnica que le llegaba hasta el borde de los tobillos. Pacíficamente se sentó en una silla que ella misma había traído y con voz suave y tierna le inquirió:
--- ¿ Me puedes decir como sabías que era una mujer la que venía a visitarte, por lo que yo se nadie te advirtió nada.
Tranquilamente, Omar le contestó:
--- Te conozco, sabía que vendrías, me extraña que usted, gran conocedora de respuestas, me esté preguntando eso a mi.
--- Supongo que el conocerme también incluye mi nombre, ¿le molestaría sorprenderme aún mas, y decirme como me llamo?, dicho esto se le dibujó en su rostro una pequeña sonrisa, como aquellas que las madres profieren a sus hijos pequeños cuando quieren retarlos por algo y al mismo tiempo darles un dulce beso.
--- Aunque su sorpresa no crecerá un ápice, no tengo ningún problema en contestarle, su nombre es María, usted me lo ha dicho en varias oportunidades. ¿ Será posible que no lo recuerde?, y Omar le devolvió una idéntica sonrisa a la majestuosa dama.
Los dos se habían reconocido, por lo que era necesario terminar con el pequeño juego.
--- Por supuesto que me acuerdo, y me imagino que ya sabe porque estoy aquí, ¿ no es cierto?.
--- Si, claro que lo se.
--- ¿ Estás listo?
--- Mas que nunca. Los ojos de Omar se endurecieron y se clavaron fijos en los de la gran señora.
Al instante comprendió lo que esa mirada significaba y le replicó:
--- Presiento que esta charla no será corta.
Con cierta ironía, Omar contestó:
--- Pues bien, eso dependerá de usted.
--- Muy por el contrario, todo depende de usted, mi preciado Omar, pero me gustaría dejar de lado este inconducente juego de palabras y preguntarle deseosa algo que realmente me tiene confundida: ¿ qué es lo que usted se está haciendo?.
--- Debo conceder que usted tiene un don especial. En pocos minutos ha logrado, y por dos veces, algo que nadie había logrado en toda mi vida, y esto es sorprenderme. ¿ Realmente no comprende?.
--- No, realmente no logro comprenderlo.
Omar se reacomodó un mechón de pelo rebelde y luego de frotarse los ojos dijo con vos calma:
--- Discúlpeme señora, por un segundo olvidé que es usted religiosa. Aunque esto, muy por el contrario de ser un obstáculo, es una ventaja, y le explicaré por que. Para el creyente, el verdadero, esta vida no es mas que un transitar, en el cual si logra ganarse la gracia de Dios tendrá la recompensa del reposo en el Paraíso. Si no entiendo mal, ser una buena persona no es suficiente para ser merecedor de tan gran premio, sino que a esa vida desinteresada es necesario adicionarle obras, lo increíble de esto es que cuanto mas anónimas son estas obras mas se regocija Dios. Porque en definitiva, pasar inadvertidos entre los mortales no es relevante, porque Dios todo lo ve y eso es lo que realmente importa. ¿Me sigue?, acompaño estas palabras con un imperceptible movimiento de cejas.
--- Si.
--- Pues bien, para los creyente de la nada es al revés, ¿ comprendió ahora?.
--- Por supuesto que no, ¿ podría usted ser mas esclarecedor?
--- Usted se empeña en hacerme hablar, pero dado que no he practicado ese arte por un largo período, trataré de complacerla. Desde el comienzo de los tiempos, el humano ha intentado ganar la batalla contra el peor y mas temido de sus enemigos, la muerte. Era solo cuestión de tiempo la aparición de un ser sobrenatural. Este Dios sería un Dios de premios y de castigos, pero note usted de que manera teme el humano a la muerte que la peor de las reprimendas, es decir, el Infierno, es un eterno sufrir y padecer, y para sufrir y padecer es necesario estar vivo, y eso es lo que cuenta. Para bien o para mal, la vida continúa. Nunca he creído en dioses, pero eso no significa que la muerte no me de escalofríos, muy por el contrario, le temo mas que ninguno, porque esta vida es la única que tengo y se que después viene la nada. Por suerte, también nosotros, los no creyentes, tenemos formas de vencer a la Parca.
La pura señora se revolvió en su silla, juntó sus manos y le preguntó a Omar:
--- ¿ Puedo saber cuáles son esa maneras?
--- Es muy sencillo. A mi modo de ver existen dos opciones, que no se excluyen entre si. Una es perpetuar la vida de uno en la de un hijo. La otra, mas sencilla que la primera, es vivir en la memoria de al menos una persona.
--- ¿ Es por esta razón que se está haciendo cargo de un crimen que no cometió?
--- ¡ Por supuesto que así es!. En poco tiempo seré ejecutado, y desde el momento de mi muerte no pasará un día en que mi amigo no me recuerde. También se que tarde o temprano se sabrá la verdad y se escribirán cientos de libros sobre lo que es capaz de hacer un hombre en nombre de la amistad.
--- ¿ Realmente aloja en lo profundo de su corazón ese sentimiento de amistad o solo lo hace por la fama?
--- ¿ Y qué importancia puede tener eso?. Yo no tengo ningún Dios al cual rendirle cuentas por mi honestidad.
La dama comenzó a molestarse:
--- ¿ Y si la verdad nunca sale a la luz?
Omar replicó tranquilo:
--- Cientos de libros se escribirán sobre lo brutal y despiadado que puede ser una persona.
Enfurecida, la señora de largo vestido se puso de pie y gritando a Omar lo amonestó:
--- He venido a ti en sueños, te he mostrado lo que pocos mortales han visto, cumplí mi promesa de estar aquí contigo en tus últimos días y ¿esto es lo que me dices?. Te he mostrado la verdad, la única, ¿cómo es posible que te niegues a aceptarla?. Tu orgullo te condenará.
Omar, ahora de pie, dijo:
--- Te daré la única respuesta que un orgulloso puede darte: que así sea. Toda mi vida ha sido regida por reglas estrictas, y me niego a conceder que todas ellas estaban erradas. Lo lamento por usted, pero mi decisión está tomada.
La dama, resignada bajó la cabeza y dijo:
--- Has perdido
--- Mi estimada señora, ¿ puedo preguntarle algo?
--- Si , puedes.
--- ¿ Cree usted que Dios se acordará de alguien que vio el Paraíso y se negó a recibirlo?
--- Indudablemente que si
--- Entonces he ganado.
María se retiró, el tiempo retomó su ritmo habitual y Omar, luego de intentar asir los últimos rayos de luz, se recostó contra la pared y durmió tranquilo.

MELISSO.

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