sábado, 1 de enero de 2011

Sólo un ser humano

Solo un ser humano

Acercó el frío metal hasta la frente del desgraciado. Al retirarlo, luego de unos pocos segundos, un perfecto redondel quedó tatuado en la sudada piel.
Podía ver la venda que cubría sus ojos, pero él, él no podía ver que los ojos de su verdugo lagrimeaban.
Tenía que decidirse, rápido, pero ante todo, tenía que calmar su conciencia, jamás podría hacer algo que fuera en contra de ella. Por lo menos un buen cristiano nunca lo haría. Y el era un buen cristiano, aunque también era un buen soldado y corrían tiempos extraordinarios.
Si toda su vida se había limitado a seguir órdenes, ¿ por qué la duda?. ¿ Y por qué justo ahora?. ¿ Cuánto tiempo mas podría mantener el brazo firme?.
Un gran calor se adueño de su cuerpo, de su interior clamaba un deseo, preguntarle, tenía que preguntarle.
--- Por favor, dime una, tan solo una buena razón para que no jale del gatillo.
Al principio pareció no haberle escuchado, pero lo había hecho, y muy bien. Meditó pocos segundos y luego levantó orgullosamente su golpeada cabeza y simplemente se limitó a decir:
--- Soy un ser humano.
Nunca antes unas palabras lo afectaron de la manera en que esas cuatro lo hicieron. Hay días en que las palabras traen consigo magia, y con solo escucharlas nos llevan hasta lugares extraordinarios, a veces conocidos, y otras veces no.
Todo su cuerpo se aflojó, su brazo se por fin se destensionó y con la mirada perdida en el cuerpo de su prisionero, se transportó a un bar, no a uno cualquiera, sino al bar del gallego. La infaltable mesita al lado de la ventana y los incondicionales amigos del barrio estaban ahí. También con ellos el diario de la mañana, que traía las últimas novedades de la segunda guerra mundial.
A su mente llegó su madre, Rosa, que pasaba tardes enteras rezando y llorando por tantos pueblos que sufrían en una guerra que ella consideraba absurda, como todas las otras.
La Navidad de 1950, cuando entre sonrisas levantó la copa y brindó por la Declaración de los Derechos Humanos, esa declaración que abriría un nuevo período en la historia de la humanidad.
Y la escuela de oficiales, de donde salió hecho un hombre de bien, dispuesto a dar su vida por la justicia, equidad e igualdad social.
Su tío Mario, el cura.
La Biblia.
Cristo.
Volvió al ahora. El ambiente se tiño de una total estupidez, lo que lo rodeaba no tenía sentido. El cuarto, las cuerdas, la picana, la sangre en derredor, todo era absurdo, innecesario. Ya no podría hacerlo.
Lentamente descargó su arma y se la calzó en la cintura.
Había que soltarlo, era lo correcto.
De su bolsillo trasero extrajo una pequeña pero filosa navaja. Sabía que con solo desatarlo ponía en grave peligro su vida. ¿ Pero acaso no condenaba a su alma al eterno sufrimiento si dejaba esas cuerdas tal cual estaban?.
Precedido por el filo del letal metal se acercó, tanto como para poder escuchar el ritmo de un acelerado corazón que no entiende bien que es lo que pasa.
Comprendió el terror que deviene de estar a ciegas, por lo que interpuso su navaja entre la sien y la venda. Ante un mínimo esfuerzo de su mano, la vieja tela comenzó a ceder, cuando, súbitamente, una oscura figura se hizo presente, y con ella el tiempo se detuvo:
--- Yo sabía que vos eras de esos tipos. Escuchame Jorge, conocés las reglas tanto como cualquiera de los camaradas. A los tipos se los termina con un tiro y listo. Con las zurditas de mierda se puede jugar un poquito mas, pero ahora, haceme el favor de guardar esa púa, no sea cosa que armes un chiquero y tengamos que estar hasta tarde limpiando.
Al escuchar esto una leve sonrisa nació de la boca del reo. Parecía que el mismo absurdo generaba nuevas formas de absurdo, pero cada vez mas terribles, mas grotescas. Mientras sus dientes superiores medían fuerzas con sus pares inferiores, Jorge retiró la navaja y la guardó en su lugar de origen.
--- Jorge, terminá rápido y subí, que los chicos pidieron una pizza y el partido ya está por empezar. ¿ Te querés perder la final del Mundial?.
Con unos pocos pasos hacia el frente, Jorge quedó entre medio de los dos.
A diestra el pobre prisionero, a siniestra, su amigo de toda la vida. A Claudio lo conocía desde siempre, seguramente vería las cosas con la misma claridad      que él lo hacía en ese momento. Nada podía salir mal, sin embargo, nuevamente sintió la impostergable necesidad de preguntar:
--- Gordo, decime una razón, tan solo una razón para que jale del gatillo.
¿ Qué misteriosa fuerza nos lleva a buscar en el otro la aprobación de lo que queremos hacer?. ¿ Por qué no vasta con el simple convencimiento de uno?. ¿ Nos hace mas bueno que otro nos considere bueno?
--- Porque solo es un ser humano y además se lo merece.
La respuesta lo confundió mortalmente. Lo que antes gozaba de una jerarquía de dogma, ahora era cuestionable, discutible. Su mente se turbó, sus ojos se cerraron escasos segundos, los suficientes para que al abrirlos el gordo ya no estuviera ahí, y que en su lugar apareciera el bar del gallego, con sus mesitas, ventanas, amigos, diario. Nuevamente todo estaba allí, exactamente igual, excepto él. Jorge como todos los débiles, ante lo aparentemente inevitable, optó por defenderse y no por salvarse:
--- Ese diario de mierda siempre se empeñó en narrar con morboso lujo de detalle los atroces que eran las acciones de los alemanes, y omitió decir los que los eslavos, gitanos y judíos habían hecho previamente. ¿ Por qué la gente no ve que lo único que los alemanes hicieron fue defenderse?.
Del cielo se desprendió un grito desgarrador, era su madre llorando por la guerra.
--- ¿ Y qué con eso?. Mamá siempre lloró por cualquier cosa, una telenovela, un animal enfermo... La imagen de la Navidad de 1950 no lo dejó terminar.
--- Que tonto fui, como pude pensar que algo bueno saldría de eso. Como no me di cuenta que nunca quisieron defender a nadie sino que lo único que pretenden es meterse en nuestras cosas y dictarnos que es lo que tenemos que hacer.
La furia lo iba invadiendo rápidamente a medida que dialogaba con, ¿ él mismo?. Con gran fuerza asió el mango de su pistola y la volvió a cargar. ¿ Cómo era posible que la justicia y equidad reinaran si en el mismo mundo donde el vivía también lo hacía un terrorista como el que tenía delante suyo?.
¿ De qué manera las sagradas escrituras podrían ser llevadas a un pueblo ávidas de ellas si una banda de ateos comunistas quiere hacerse con el control del país?. Por Dios y la Patria tenía que hacerlo. Seguramente su tío Mario lo aprobaría y con mayor seguridad Cristo. En definitiva él era un buen cristiano.
Sabía que si lo dejaba ir ponía en peligro la vida de sus hijos y que ninguna condena se le podía aplicar por hacer el bien.
Ya todo tenía sentido, ahora podía apuntar tranquilo, y así lo hizo.
Profundamente tomó aire y acompañando la exhalación, un disparo, un certero disparo.
Violentamente sacudió su cabeza, con cuidado guardó su arma y se dirigió hacia la escalera.
Sólo pudo subir dos escalones, cuando miró hacia su costado para apreciar el resultado de su trabajo:
--- No hay porque lamentarse, todo está justificado.
Y su conciencia le replicó:
--- Sólo lo malo necesita ser justificado
--- Y un refrán es solo un refrán. De dos saltos consumió la escalera, el partido había empezado y la pizza se enfriaba

                                                                            MELISSO  

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