sábado, 1 de enero de 2011

Savaj el ajedrecista

El ajedrecista

Dios descendió a la Tierra disfrazado de hermoso varón. Durante largos días recorrió pueblos y más pueblos en busca de Savaj. Al encontrarlo, le propuso jugar una partida de ajedrez, y este aceptó gustoso.
En todas las eternidades que llevaba jugando, el Todopoderoso jamás había cedido siquiera un empate. Era la oportunidad perfecta para vengarse del irritante barbudo humano.
Dios jugaba con blancas, y para dar comienzo a la partida movió su peón de rey. Savaj adoptó un aire pensativo y llevó su mano derecha a la cabeza.
Pasaron una, dos, tres horas, y Savaj continuaba sin realizar movimiento alguno. Transcurrió de igual forma una semana, y cuando ya casi se cumplía la segunda, Dios se puso de pie y así habló al humano:
--- Abandono. Es obvio que me has descubierto.
--- Así es.
Dios posó su pálida mano en el hombro de Savaj y con tono paternal le dijo:
--- Me has vencido nuevamente.
--- Si, y nuevamente ha sido muy fácil

MELISSO

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